viernes, 26 de diciembre de 2014

Wwoofing Lisarow; post 3

He pasado mis últimos cuatro días como wwoofer en Lisarow. Qué puedo extraer de esta experiencia? Muchas ganas de continuar viviendo Australia wwoofing. Estoy acostumbrada a las despedidas que luego me llevan de regreso a casa, pero aquí significan que el viaje continúa con nuevas vivencias que me esperan a cada paso que hago. Aún así estos últimos días no he parado de tener momentos en los que la emoción me abrazaba casi por sorpresa y pequeñas lágrimas inundaban mis ojos. Y es que he compartido con ellos muchísimos momentos intensos concentrados en pocos días. A veces me sorprendo a mí misma que haya pasado tan sólo veinte días con ellos, en realidad me estoy dando cuenta que estoy perdiendo la capacidad de distinguir entre largo o corto periodo de tiempo. Dos semanas durante el curso escolar se hacen largas, pero aquí, como que hago algo diferente cada día, transcurren en un abrir y cerrar de ojos.
Aunque el final de esta estancia con la familia en Lisarow ya se acercaba a su final, he podido vivir muchas cosas nuevas.
El viernes fuimos al shopping centre porque tienen como tradición hacerse una foto con Santa Claus. Debo decir que encuentro que es un poco excesivo pagar 20 dólares por una fotografía así cuando puedes hacer lo mismo en casa, el papa disfrazado de Santa Claus y ale, ya tienes tu foto para cada año. Pero la verdad es que aquí la gente va con mucha ilusión…
El sábado volvimos a hacer snorkelling y fue mucho mejor que la última vez. Se podían ver más pececitos (incluso una medusa de color azul intenso bastante grande).
El domingo me gustó especialmente porque los niños, al haber empezado vacaciones de Navidad, estaban por casa así que toda la familia se puso a trabajar conjuntamente para ordenar la casa. Una atmosfera muy agradable de trabajo. El padre se puso verdaderamente como un militar dando órdenes aquí y allá. Yo tuve la suerte de poder trabajar con uno de los niños, Tom, con quien tuve fantásticas y divertidas conversaciones mientras reuníamos todos los trozos de madera y los ordenábamos. Nos ganamos un agradable baño en la piscina. Disfrutamos un montón, yo enseñándoles juegos y ellos a mí. Por la tarde hicimos varios pasteles para el día siguiente (cumpleaños de Harry), entre ellos un Applecake que estaba buenísimo.
Trabajar tiene sus recompensas. Un lizard en el jardín! 

El lunes compartí con ellos el décimo aniversario de Harry, el más pequeño de todos. Me acuerdo cuando yo cumplí diez años, estaba tan ilusionada; por fin podía usar todos los dedos de mis dos manos para indicar cuántos años tenía! Hice una banderola que decía “Happy Christmas Harry” y le di piruletas que me había traído de Olot. Sus padres le regalaron un set de snorkel y un neopreno. Dos amigos suyos vinieron y estuvieron jugando en la piscina. Finalmente llegó la hora del pastel. No sé si las fotos habrán sabido capturar la verdadera felicidad que desprendía su rostro. No hay palabras para describirlo, tan sólo emociones. Al final del día, antes de ir a dormir, fue a abrazar a su madre y le dijo “I had a wonderful day, mum, thank you.”
Pastel! Representa una pelota de Baseball. Como que Michelle tiene poca paciencia, me dejó a mí la tarea de escribir "Harry" y el número "10".

3,2,1... A soplar! Y no te olvides del deseo...

Cortando el pastel

Aproveché este día para empezar a repartir mi “Quadern de Viatge” y que pudieran escribir en él. Yo les dejé una larga carta en su “wwoofer book”. Mi wwoof book también ha llenado la primera ficha de un host! Bonitos recuerdos que quedaran para siempre inmortalizados.
Martes, último día. Era 23 y al día siguiente se iban hacia Brisbane a las siete de la mañana. Como que no querían llevarse todos los regalos para luego tener que volverlos a traer, los abrieron el 23. Los niños estaban muy ansiosos por abrirlos pero tuvieron que esperar hasta las cinco de la tarde a que su padre volviera de algunos meetings que tenía. Cuando por fin llegó la hora me di cuenta que yo tenía un regalo bajo el árbol. Sonará estúpido pero me emocioné bastante interiormente (intenté que no saliera porque creo que hubiera quedado un poco silly…) Me regalaron el sombrero y la camiseta que había estado llevando durante mis horas de trabajo con ellos y un sobre con pocket Money. Greg regaló un precioso vestido a Michelle que se lo puso al instante. Qué raro era verla con un vestido, acostumbrada a verla con su ropa de granjera australiana! Este también fue el día de ordenar a fondo mi habitación quitando telarañas, limpiando cristales y pasando la aspiradora. Por la noche, durante la cena fue muy especial porque me colocaron en su lista de wwoofers favoritos. Tom incluso me dio la primera posición! Para los otros soy la segunda porque la primera la ocupan una pareja que pasó con ellos siete semanas! Y no me extraña… Es increíble la seguridad que la vida te va regalando a base de estas experiencias que te muestran como las personas te acogen y te hacen sentir en casa aún y estar a quilómetros de ella. Después de cenar, los niños, con ojos grandes, me preguntaron si quería hacer un último baño, esta vez nocturno. No pude rechazar la oferta. Con unos aros que había traído Santa Claus que se tiran al agua y pasas entre ellos, estuvimos casi una hora haciendo acrobacias bajo el agua y competiciones de todo tipo, hasta que los padres indicaron que era sleeping time para los pequeños. Disfruté mucho durante el tiempo que estuvimos jugando en la piscina, una buena manera de “despedirnos” y tener un último recuerdo con los chicos.
Fotografía con los chicos. Un poco borrosa... pero bueno ya se nos reconoce. 

No podía irme de esta casa sin sacar una foto familiar de ellos. Michelle estrenando ya su vestido de flores. 
Llegó el 24 y como supongo que pasa en todas las familias, no marcharon a las siete en punto, sino a las siete bastante pasadas. Con un coche lleno hasta los topes se despidieron de mí, invitándome a pasar otra vez por su casa al final de mi viaje. Al ver que su coche se alejaba las lágrimas vinieron a mí, pero esta vez dejé que fluyeran. Adiós, espero que un “ hasta pronto”, y mi viaje continúa.
Durante la mañana estuve haciendo todas las tareas que me habían dicho que hiciera hasta que a las dos me vino a buscar Emilia, la vecina. Fue entrar en su casa y sentirme ya acogida. Me han dado unas instrucciones muy claras “don’t work, you are our guest here” Pero creo que me estoy portando bastante mal porque les ayudo en todo lo que puedo. Creo que es lo mínimo que puedo hacer. Como que tienen raíces italianas reconozco en sus tradiciones algunos rasgos muy mediterráneos por ejemplo sentarse en familia a la mesa y compartir las comidas conjuntamente, cosa que en la otra casa no pasaba.
Aquí se celebra la gran comida de Navidad el 25, no el 24. El 25 a las seis de la mañana empecé a oír pasos agitados de niños con ganas inmensas de abrir regalos. Hmm.. no sé si es un horario muy normal para australianos, yo por supuesto nunca me hubiera levantado a las seis por propio pie sin despertador ni siquiera en un día tan especial como Navidad. También bajo este árbol tuve regalos: otro sombrero (que me gusta más a decir verdad), una toalla pequeña de las que se secan tan rápido y un colgante africano. Ayudé a Emilia a preparar todos los platos y la mesa.  Seguidamente fueron a misa y yo me quedé en casa para prepararme. Como ya se sabe normalmente una se viste un poco más mona para Navidad, pero yo estoy aquí como backpacker y la verdad es que no tengo ropa muy elegante dentro de mi mochila… Así que tuve que improvisar un poco. Creo que el colgante fue el que puso el toque final.


Look de Navidad de una backpacker. Se aprecia el colgante? ^^ 

Mesa parada

Nombre para cada uno de los invitados. Me encontráis a mí? ;) 

Un poco de antipasto para empezar

Jamón caramelizado con miel

Pequeñas ensaladas para picar

Postre tradicional de Nápoles
No sabéis lo afortunada que me he sentido estas Navidades pudiéndolas compartir en una atmosfera familiar que me ha trasladado en muchos momentos hasta Cataluña y Alemania, junto a mi familia. No hubiera sido lo mismo sin Michelle, Greg, Tom, Harry, Ben, James, Emilia, Andrew… No sólo me han dado un sitio donde pasar la noche y comida, sino que han compartido realmente la esencia mágica que se respira en Navidad conmigo. Debo ser sincera, tenía un poco de miedo sobre cómo serían estas Navidades al ser las primeras que estoy lejos de los míos, pero en ningún momento he tenido la sensación de estar sola o abandonada en la otra punta del mundo. Al contrario, me he sentido abrazada por el cálido aroma de las Navidades australianas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario