A menudo decimos que la vida es como un viaje.
Qué pasaría si girásemos la frase? Que el viaje se vuelve una vida, una pequeña
vida dentro de otra más grande. Y es justamente lo que quiero transmitir. Aún
me quedan muchos meses por delante antes de que marche de este país, pero ya
ahora puedo empezar a sentir que un viaje es una vida. Quizás tendría que ser
una de esas reflexiones finales acompañada por un gran repicar de tambores,
pero no sería justa conmigo misma. Si este pensamiento me ha venido cuando no
hace ni un mes que estoy aquí, es ahora que lo debo compartir. Decimos que en
un viaje hay momentos de todo: alegría, excitación, tristeza, melancolía,
ilusión… Y por eso se me ocurrió compararlo con una pequeña vida: pasas por
etapas y conoces y despides; con la diferencia que todo ocurre en un período de
tiempo más corto.
A medida que pasa el tiempo tengo la sensación
que una vez te conviertes en viajero, empiezas a formar parte de un sentimiento
común. Es como los motoristas que al cruzarse por cualquier carretera, ya sea
grande y espaciosa o pequeña y curvilínea, se saludan con un leve movimiento de
cabeza. Pasaré mis Navidades en casa de la vecina, porque mi familia de wwoofer
se va a Brisbane a celebrarlo con otras 100 personas más. Me invitaron para ir
con ellos pero mi ruta sigue un camino diferente. La vecina se llama Emilia y
es sud-africana e italiana. Es la que organizaba “la hora del té”, y me
preguntó si quería pasar las Navidades con ella de la siguiente manera: “Sabes
qué es el karma? Yo he viajado mucho, y en mis viajes, gente de lo más variada
y en el momento más inesperado me ha ayudado. Ahora me toca a mí devolver el
favor. Fue en este instante cuando me di
cuenta de qué significa ser viajera. Significa pertenecer al mundo, al
dar-y-tomar que de forma natural poseemos los humanos pero que en la mayoría de
ocasiones queremos esconder por miedo a que nos engañen, nos roben… Y es normal
que tengamos este miedo, puesto que tampoco podemos actuar como inocentes niños
en una sociedad con depredadores escondidos en cada rincón. Lo único que
debemos hacer es andar con los ojos abiertos; reconocer los tiburones y
apartarnos de ellos, pero no olvidar que hay también personas a quienes podemos
dar la bienvenida sin temor alguno.
Las tardes que hace bueno salimos con Michelle
a pasear los perros. La luz del atardecer se cuela entre las copas de los
árboles. El oro del sol a esta hora de la tarde es probablemente cuando más me
gusta. Me hace pensar que durante esos momentos la puerta de otro mundo se
abre. Un mundo al que aún no se nos está permitido entrar… Demasiado puro,
quizás? Pero nos regala su luz, para que sepamos que no es tan fácil aniquilar
por completo la magia que esconde el mundo. Incluso me parece a veces que las
sombras son distintas, se mueven hacia direcciones que no deberían, mostrando
la segunda esencia de todo ser vivo que habita esta Tierra.
Ayer salí un momento para sentir sobre mi piel
el calor agradable del verano australiano. Normalmente se dice que la montaña
es silencio, pero aquí es un sonido constante y alto. Me cuesta relacionar a
qué animal pertenece cada ruido que oigo. Hay pájaros que suenan como monos (no
bromeo), gallinas, cigalas, más pájaros (recuerdo que uno de los volunteers los
comparó con un sinsajo/mockingjay)… Sonará raro pero a veces me gustaría
descubrir donde se esconde la rueda del volumen de la naturaleza, para reducir
al mínimo la combinación de sonidos y escuchar realmente el silencio. Shh…
Encantador...
ResponderEliminarGracias!
EliminarPrecioso relato. Felicidades por tu blog! Gracias por compartir tus pensamientos. Muy valiente por tomar esta iniciativa a tan temprana edad. Seguro que será un gran experiencia. Disfrutalo mucho!
ResponderEliminarLas gracias os las debo a vosotros por vuestro interes, sino todo esto no tendria sentido! viviendo intensamente, eso seguro.
Eliminarmolt cert!!!!!
ResponderEliminarA viatjar la vida i a viure el viatge doncs :) gràcies per obrir-me una finestra tan clara i bonica a aquest down under abans completament desconegut per mi. Una abraçada!
ResponderEliminarQue intens....
ResponderEliminar¡Qué bien expresado Iris! Los que somos de letras sabemos que mil palabras valen más que una imagen. Ja, ja, ja. Un beso muy fuerte de todos desde Mataró.
ResponderEliminar