miércoles, 4 de marzo de 2015

Melbourne; post 2

Continúo explicando la semana en Melbourne:

El jueves hacía bastante calor y por la tarde me encontré con un catalán en la playa de St. Kilda. Sí, habéis leído bien, un catalán! Me olvidé de contároslo y es que el miércoles en el mercado había una parada de Authentic Spanish Cuisine así que fui para allí y pregunté si eran de España. Me dijeron que algunos sí y resulta que había uno de Vic. Qué casualidad! Nos intercambiamos el contacto y al día siguiente nos encontramos en esta playa. Estuvimos hablando un poco. Él estaba aquí para estudiar inglés y trabajar pero se notaba que echaba a faltar su tierra. A continuación yo me fui por mi cuenta a visitar un pequeño mercado que había en St. Kilda. La chica con la que compartía habitación me dijo que por la noche se podían ver los pingüinos volver de Phillip Island a la costa para dormir así que la llamé para comprobar si estaba cerca. Al cabo de unos minutos ya nos habíamos encontrado. Estábamos sentadas observando el mar cuando de repente un chico subido en una bicicleta de turistas nos invito a un pequeño paseo a cambio que colgáramos una foto en la página web de facebook de la compañía de bicis. Así que pudimos observar todo a lo largo de la playa de St. Kilda sentadas y hablando con el ciclista. Muy divertido! Seguidamente caminamos por el muelle observando como el sol se ponía. A cada dos pasos tenías que pararte y observar la tonalidad del cielo cambiante. El atardecer es uno de mis momentos preferidos del día; el sol colorea todo de distintos colores en un intervalo de tiempo muy corto, hasta que acaba desapareciendo por completo dejando detrás su legado: la luna. Y casi sin darnos cuenta se hicieron las ocho de la tarde, ya oscuro, y empezamos a ver pingüinos! Yo no me lo podía creer. No había muchos, unos cinco vimos. Eran chiquititos y se movían con mucha gracia. El lugar estaba vigilado por unos guardas que vigilaban que nadie tomara fotos con flash.
Después decidimos ir a ver el año nuevo chino que se celebraba en medio de la ciudad. Allí nos encontramos con los amigos que hice en las Blue Mountains y fuimos a pasear por el barrio chino de Melbourne, aunque ya no quedaba mucha actividad. Seguidamente cogimos el tren y volvimos para casa.
 
La playa de St. Kilda

Como si fuera una puerta a otro mundo, el muelle se adentra en el mar y se difumina con la luz del sol durmiente. 

Los pequeños pájaros del mar 

Yo en el muelle

Un pescador acaba de pescar un flathead! Se ve que estos pescados cocinados, están buenísimos! 

Observando la puesta del sol

Inmortalizando nuestro inesperado paseo en bicicleta. 

Como que era oscuro y no se podía utilizar flash la foto no es maravillosa... aún así, se aprecia que es un pinguino, no? ^^ 

El viernes había quedado con Amie, una chica de Bélgica que vive en Melbourne ahora y que me presentaron las cuatro chicas francesas. Quedamos que iríamos a desayunar a Lentil As Anything y después haríamos de voluntarias. Comí unos fabulosos pancakes con manzana caramelizada y ready to work! La gente voluntaria era majísima y nos lo pasamos muy bien. Por casualidad, también me encontré con Louise y Clemence, las dos chicas francesas que conocí en Hobart y con las que fui al Queen Victoria Night market el pasado miércoles. Después de hacer de voluntaria estuve con ellas y otros chicos que tocaban instrumentos. También me encontré con Julian, un chico que conocí hace una semana en un club de Melbourne que me explicó que había estado en Barcelona. Estaba con una amiga suya catalana así que fue divertido volvernos a encontrar. Nos intercambiamos los números por si los siguientes días queríamos hacer algo juntos. Luego nos despedimos y yo me fui para casa.

El sábado hizo un calor agobiante. Me levanté temprano para ir a correr al lado del río y el resto del día, hasta las cinco más o menos se puede decir que estuve un poco atontada por el calor. Pero me fue bien descansar un poco porque por la noche había la White Night. Este nombre viene del francés “nuit blanche”, y quiere decir que estás toda la noche sin dormir. Las paredes de la calle principal de Mlebourne estaban iluminadas por distintos dibujos y todos los cafés y tiendas estaban abiertos. Aquí y allí había cosas para ver. Yo había quedado con Julian en un bar en el que empezaba una ruta organizada con distintos couchsurfers. Después de saludarlo me despedí y fui a encontrarme con mis amigos de las Blue Mountains que me habían invitado a su apartamento. Allí me encontré con distintos jóvenes de nacionalidades diferentes. Uno de ellos le encantaba la cocina así que le ayudé a preparar un guacamole. Mientras el resto de los invitados nos metían prisa amistosamente para empezar a comer el guacamole, nosotros íbamos charlando y preparándolo. Cuando por fin estuvo acabado, todos lo disfrutamos un montón (yo aun más porque no había cenado hehe). Finalmente hacia las doce salimos a la calle. Bailando y riendo pasamos por una plaza con un dj;  nos paramos a bailar salsa delante de unas grandes pantallas donde bailarines enseñaban como bailar; entremedio comí un gofre con chocolate y vi a unos “buskers” bailar dubstep y finalmente, al llegar a la plaza principal mis amigos empezaron a jugar con una pelota de playa. En la misma plaza también me encontré con Clemence y Louise y venga, todos a jugar con la pelota en medio de la plaza. Gente desconocida se añadía al círculo durante unos minutos y luego con un “Nice to meet you, have a good night” continuaban su camino. Cuando Clemence y Louise se fueron yo me quedé con tres alemanes, Sören, Marvin y Olli. Fuimos a un bar al aire libre y estuvimos bailando hasta las seis. Entremedio también se nos unió Léa. Nunca olvidaré el momento en que, sedientos, pedimos un vaso de agua para cada uno de nosotros y nos emborrachamos a base de agua. Hacía tanta calor que era lo único que te apetecía! Marvin y Olli me invitaron a dormir a su apartamento, así no tenía que coger el bus nocturno y regresar sola a casa. Plan perfecto! Nada más estirarme sobre el colchón que habíamos dispuesto en el suelo, me dormí. Una noche increíble detrás de mí! 
Algunos ejemplos de las pinturas proyectadas sobre las paredes. Todo adquiere una atmósfera muy mágica: 




A comer los gofres!!

El chico francés y yo haciendo tiempo mientras esperábamos a nuestros amigos. 
Olli, Marvin, yo y Sören, después de beber nuestro vaso de agua. Let's dance! 

Dentro de un museo de arte se había organizado una pequeña disco con música electrónica. 

Al día siguiente nos levantamos a las doce porque ellos junto con Léa tenían que ir a ver un partido de cricket. Comimos unas rebanadas de pan con nutella y café. Me despedí de ellos y esperemos volvernos a ver en un futuro! Mientras caminaba por las calles de Melbourne, me encontré con Julian que justo en ese momento iba a comer. Lo acompañé y luego me invitó a un café melbourniense. Me hizo una explicación de toda la tradición cafetera de Melbourne y me llevó a uno de los bares que él considera que hacen el café más bueno. Y le tengo que dar la razón! El café por sí solo no era amargo y no necesitabas azúcar. Otra despedida en un mismo día. Continué caminando al lado del río y me tomé algo de fruta y cuando ya estaba demasiado cansada cogí el tren y me dirigí hacia la casa. Una vez allí me enteré que estaban planeando una barbacoa. Cociné unas veggie burguers para contribuir en la cena comunitaria. Al final cenamos a base de mis hamburguesas, patatas bravas y ensalada.
Café melbourniense ;) 

La barbacoa. El fuego da un sentimiento comunitario muy enriquecedor.

Y todos nosotros disfrutando de la comida! ^^

El lunes era mi último día en Melbourne y se puede decir que lo aproveché bastante. Fui a comer con Amie al Lentil As Anything y como que ella estudió psicología me hizo una sesión. Más tarde me encontré con Louise y Clemence y estuvimos paseando y hablando. Al pasar al lado del río vimos muchos barcos de remos con estudiantes remando y practicando para una gran cursa que se hace entre todas las escuelas de Melbourne. Era bastante impresionante ver el río tan transitado. Para mi última noche en Melbourne decidí ir a un concierto de Jazz que el couchsurfer me había recomendado. Así que volví a quedar con Amie, comimos una pizza y fuimos a bailar al bar. Muy buena música y lo disfruté muchísimo, tanto, que el tiempo, como siempre, pasó volando, así que para no perder el tren tuve que correr entre la lluvia. Pero mientras corría, una gran sonrisa iluminaba mi cara, porque aunque mis días en Melbourne tocaran a su fin, sentía como las memorias y recuerdos que había ido coleccionando se estaban grabando dentro de mí.
En la galería de arte había un carrussel así que me dejé llevar por el vaivén suave de las sillas doradas mientras esperaba a Louise y Clemence. 
Caminando dirección al concierto de jazz que se celebraba en un antiguo convento, vimos unos pájaros sobrevolando. Pero al fijarnos bien comprobamos que se trataba de murciélagos. La visión del cielo cubierto de gris ceniza, los murciélagos volando y el convento detrás le daba un aspecto muy fantasmagórico, como si en cualquier momento, bajo nuestros pies, pudiésemos descubrir manchas de sangre dejadas por un huidizo vampiro. 


Y como siempre, cuando algo acaba, una nueva aventura empieza. ¿Dónde, esta vez? No muy lejos de Melbourne en realidad, el pueblo se llama Frankston y lo encontré con Helpx y por recomendación de las cuatro chicas francesas que se quedaron en la casa durante unos días. Me dijeron que era un marinero que tenía un barco y que era muy simpático. Como veis, el agua me llama! 

6 comentarios:

  1. ¡Me alegro de que te vaya todo tan bien Iris! Que en Frankston te vaya igual que en Melbourne... como mínimo. Un beso de parte de todos

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    1. Muchas gracias Luís, sí en Frankston de momento todo estupendo también. Besos!

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  2. Todo trasmite juventud, ganas de vivir, alegría, tus palabras se trasforman en película con la fotos. Por cierto, hay algunas que son extraordinarias, mas que trasmisión de vivencias.
    Creo que la vieja Europa en lugar de mostrarse muchas veces arrogante, aires de superioridad, debería bajarse mucho para reinventarse otra vez con ilusión y brillo. La queja y el afán de conservar lo insostenible ahoga. Es lo que pasa cuando algo envejece sin proyecto y sin dar pie a los jóvenes.Todos los que estáis allá podéis algún día aportar vuestro grano en la renovación. Sera duro. Los viejos y los jóvenes viejos de aquí son muy poderosos, muy mediocres y muy poderosos. Sabios no hay muchos entre ellos. Pero Europa se ha reinventado ya otras veces a lo largo de su historia y a pesar de sus lastres. Gracias para enseñar la diferencia

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    1. Tienes toda la razón papa! A ver si modernizamos todo el engranaje entre todos ;)

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  3. contentíssima de llegir tot això! i encara em fa més feliç que una part del relat l'hagi pogut escoltar de tu directament!! (skype guinyo guinyo!!!) només desitjo que l'aventura segueixi igual de trepidant com fins ara, que segueixis veient coses tan boniques com els pinguins o la posta d sol, impressionant! desitjo que tot vagi bé sobre l'aigua! :) t'estimem! petons mil!

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    1. això és veritat, l'skype ho fa tot molt diferent i més viu :) jo també us estimo moltíssim! <3

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