Continúo explicando la semana en Melbourne:
El jueves hacía bastante calor y por la tarde me encontré
con un catalán en la playa de St. Kilda. Sí, habéis leído bien, un catalán! Me
olvidé de contároslo y es que el miércoles en el mercado había una parada de
Authentic Spanish Cuisine así que fui para allí y pregunté si eran de España.
Me dijeron que algunos sí y resulta que había uno de Vic. Qué casualidad! Nos
intercambiamos el contacto y al día siguiente nos encontramos en esta playa.
Estuvimos hablando un poco. Él estaba aquí para estudiar inglés y trabajar pero
se notaba que echaba a faltar su tierra. A continuación yo me fui por mi cuenta
a visitar un pequeño mercado que había en St. Kilda. La chica con la que
compartía habitación me dijo que por la noche se podían ver los pingüinos
volver de Phillip Island a la costa para dormir así que la llamé para comprobar
si estaba cerca. Al cabo de unos minutos ya nos habíamos encontrado. Estábamos
sentadas observando el mar cuando de repente un chico subido en una bicicleta
de turistas nos invito a un pequeño paseo a cambio que colgáramos una foto en
la página web de facebook de la compañía de bicis. Así que pudimos observar
todo a lo largo de la playa de St. Kilda sentadas y hablando con el ciclista.
Muy divertido! Seguidamente caminamos por el muelle observando como el sol se
ponía. A cada dos pasos tenías que pararte y observar la tonalidad del cielo
cambiante. El atardecer es uno de mis momentos preferidos del día; el sol
colorea todo de distintos colores en un intervalo de tiempo muy corto, hasta
que acaba desapareciendo por completo dejando detrás su legado: la luna. Y casi
sin darnos cuenta se hicieron las ocho de la tarde, ya oscuro, y empezamos a
ver pingüinos! Yo no me lo podía creer. No había muchos, unos cinco vimos. Eran
chiquititos y se movían con mucha gracia. El lugar estaba vigilado por unos
guardas que vigilaban que nadie tomara fotos con flash.
Después decidimos ir a ver el año nuevo chino que se
celebraba en medio de la ciudad. Allí nos encontramos con los amigos que hice
en las Blue Mountains y fuimos a pasear por el barrio chino de Melbourne,
aunque ya no quedaba mucha actividad. Seguidamente cogimos el tren y volvimos
para casa.
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La playa de St. Kilda |
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Como si fuera una puerta a otro mundo, el muelle se adentra en el mar y se difumina con la luz del sol durmiente. |
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Los pequeños pájaros del mar |
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Yo en el muelle |
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Un pescador acaba de pescar un flathead! Se ve que estos pescados cocinados, están buenísimos! |
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Observando la puesta del sol |
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Inmortalizando nuestro inesperado paseo en bicicleta. |
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Como que era oscuro y no se podía utilizar flash la foto no es maravillosa... aún así, se aprecia que es un pinguino, no? ^^ |
El viernes había quedado con Amie, una chica de Bélgica que
vive en Melbourne ahora y que me presentaron las cuatro chicas francesas.
Quedamos que iríamos a desayunar a Lentil As Anything y después haríamos de
voluntarias. Comí unos fabulosos pancakes con manzana caramelizada y ready to
work! La gente voluntaria era majísima y nos lo pasamos muy bien. Por
casualidad, también me encontré con Louise y Clemence, las dos chicas francesas
que conocí en Hobart y con las que fui al Queen Victoria Night market el pasado
miércoles. Después de hacer de voluntaria estuve con ellas y otros chicos que
tocaban instrumentos. También me encontré con Julian, un chico que conocí hace
una semana en un club de Melbourne que me explicó que había estado en
Barcelona. Estaba con una amiga suya catalana así que fue divertido volvernos a
encontrar. Nos intercambiamos los números por si los siguientes días queríamos
hacer algo juntos. Luego nos despedimos y yo me fui para casa.
El sábado hizo un calor agobiante. Me levanté temprano para
ir a correr al lado del río y el resto del día, hasta las cinco más o menos se
puede decir que estuve un poco atontada por el calor. Pero me fue bien
descansar un poco porque por la noche había la White Night. Este nombre viene
del francés “nuit blanche”, y quiere decir que estás toda la noche sin dormir.
Las paredes de la calle principal de Mlebourne estaban iluminadas por distintos
dibujos y todos los cafés y tiendas estaban abiertos. Aquí y allí había cosas
para ver. Yo había quedado con Julian en un bar en el que empezaba una ruta
organizada con distintos couchsurfers. Después de saludarlo me despedí y fui a
encontrarme con mis amigos de las Blue Mountains que me habían invitado a su
apartamento. Allí me encontré con distintos jóvenes de nacionalidades
diferentes. Uno de ellos le encantaba la cocina así que le ayudé a preparar un
guacamole. Mientras el resto de los invitados nos metían prisa amistosamente
para empezar a comer el guacamole, nosotros íbamos charlando y preparándolo.
Cuando por fin estuvo acabado, todos lo disfrutamos un montón (yo aun más
porque no había cenado hehe). Finalmente hacia las doce salimos a la calle.
Bailando y riendo pasamos por una plaza con un dj; nos paramos a bailar salsa delante de unas
grandes pantallas donde bailarines enseñaban como bailar; entremedio comí un
gofre con chocolate y vi a unos “buskers” bailar dubstep y finalmente, al llegar
a la plaza principal mis amigos empezaron a jugar con una pelota de playa. En
la misma plaza también me encontré con Clemence y Louise y venga, todos a jugar
con la pelota en medio de la plaza. Gente desconocida se añadía al círculo
durante unos minutos y luego con un “Nice to meet you, have a good night”
continuaban su camino. Cuando Clemence y Louise se fueron yo me quedé con tres
alemanes, Sören, Marvin y Olli. Fuimos a un bar al aire libre y estuvimos
bailando hasta las seis. Entremedio también se nos unió Léa. Nunca olvidaré el
momento en que, sedientos, pedimos un vaso de agua para cada uno de nosotros y
nos emborrachamos a base de agua. Hacía tanta calor que era lo único que te
apetecía! Marvin y Olli me invitaron a dormir a su apartamento, así no tenía
que coger el bus nocturno y regresar sola a casa. Plan perfecto! Nada más
estirarme sobre el colchón que habíamos dispuesto en el suelo, me dormí. Una
noche increíble detrás de mí!
Algunos ejemplos de las pinturas proyectadas sobre las paredes. Todo adquiere una atmósfera muy mágica:
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A comer los gofres!! |
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El chico francés y yo haciendo tiempo mientras esperábamos a nuestros amigos. |
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Olli, Marvin, yo y Sören, después de beber nuestro vaso de agua. Let's dance! |
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Dentro de un museo de arte se había organizado una pequeña disco con música electrónica. |
Al día siguiente nos levantamos a las doce porque
ellos junto con Léa tenían que ir a ver un partido de cricket. Comimos unas
rebanadas de pan con nutella y café. Me despedí de ellos y esperemos volvernos
a ver en un futuro! Mientras caminaba por las calles de Melbourne, me encontré
con Julian que justo en ese momento iba a comer. Lo acompañé y luego me invitó
a un café melbourniense. Me hizo una explicación de toda la tradición cafetera
de Melbourne y me llevó a uno de los bares que él considera que hacen el café
más bueno. Y le tengo que dar la razón! El café por sí solo no era amargo y no
necesitabas azúcar. Otra despedida en un mismo día. Continué caminando al lado
del río y me tomé algo de fruta y cuando ya estaba demasiado cansada cogí el
tren y me dirigí hacia la casa. Una vez allí me enteré que estaban planeando
una barbacoa. Cociné unas veggie burguers para contribuir en la cena
comunitaria. Al final cenamos a base de mis hamburguesas, patatas bravas y
ensalada.
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Café melbourniense ;) |
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La barbacoa. El fuego da un sentimiento comunitario muy enriquecedor. |
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Y todos nosotros disfrutando de la comida! ^^ |
El lunes era mi último día en Melbourne y se puede decir que
lo aproveché bastante. Fui a comer con Amie al Lentil As Anything y como que
ella estudió psicología me hizo una sesión. Más tarde me encontré con Louise y
Clemence y estuvimos paseando y hablando. Al pasar al lado del río vimos muchos
barcos de remos con estudiantes remando y practicando para una gran cursa que
se hace entre todas las escuelas de Melbourne. Era bastante impresionante ver
el río tan transitado. Para mi última noche en Melbourne decidí ir a un
concierto de Jazz que el couchsurfer me había recomendado. Así que volví a
quedar con Amie, comimos una pizza y fuimos a bailar al bar. Muy buena música y
lo disfruté muchísimo, tanto, que el tiempo, como siempre, pasó volando, así
que para no perder el tren tuve que correr entre la lluvia. Pero mientras
corría, una gran sonrisa iluminaba mi cara, porque aunque mis días en Melbourne
tocaran a su fin, sentía como las memorias y recuerdos que había ido
coleccionando se estaban grabando dentro de mí.
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En la galería de arte había un carrussel así que me dejé llevar por el vaivén suave de las sillas doradas mientras esperaba a Louise y Clemence. |
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Caminando dirección al concierto de jazz que se celebraba en un antiguo convento, vimos unos pájaros sobrevolando. Pero al fijarnos bien comprobamos que se trataba de murciélagos. La visión del cielo cubierto de gris ceniza, los murciélagos volando y el convento detrás le daba un aspecto muy fantasmagórico, como si en cualquier momento, bajo nuestros pies, pudiésemos descubrir manchas de sangre dejadas por un huidizo vampiro. |
Y como siempre, cuando algo acaba, una nueva aventura empieza. ¿Dónde, esta vez? No muy lejos de Melbourne en realidad, el pueblo se llama
Frankston y lo encontré con Helpx y por recomendación de las cuatro chicas
francesas que se quedaron en la casa durante unos días. Me dijeron que era un
marinero que tenía un barco y que era muy simpático. Como veis, el agua me
llama!
¡Me alegro de que te vaya todo tan bien Iris! Que en Frankston te vaya igual que en Melbourne... como mínimo. Un beso de parte de todos
ResponderEliminarMuchas gracias Luís, sí en Frankston de momento todo estupendo también. Besos!
EliminarTodo trasmite juventud, ganas de vivir, alegría, tus palabras se trasforman en película con la fotos. Por cierto, hay algunas que son extraordinarias, mas que trasmisión de vivencias.
ResponderEliminarCreo que la vieja Europa en lugar de mostrarse muchas veces arrogante, aires de superioridad, debería bajarse mucho para reinventarse otra vez con ilusión y brillo. La queja y el afán de conservar lo insostenible ahoga. Es lo que pasa cuando algo envejece sin proyecto y sin dar pie a los jóvenes.Todos los que estáis allá podéis algún día aportar vuestro grano en la renovación. Sera duro. Los viejos y los jóvenes viejos de aquí son muy poderosos, muy mediocres y muy poderosos. Sabios no hay muchos entre ellos. Pero Europa se ha reinventado ya otras veces a lo largo de su historia y a pesar de sus lastres. Gracias para enseñar la diferencia
Tienes toda la razón papa! A ver si modernizamos todo el engranaje entre todos ;)
Eliminarcontentíssima de llegir tot això! i encara em fa més feliç que una part del relat l'hagi pogut escoltar de tu directament!! (skype guinyo guinyo!!!) només desitjo que l'aventura segueixi igual de trepidant com fins ara, que segueixis veient coses tan boniques com els pinguins o la posta d sol, impressionant! desitjo que tot vagi bé sobre l'aigua! :) t'estimem! petons mil!
ResponderEliminaraixò és veritat, l'skype ho fa tot molt diferent i més viu :) jo també us estimo moltíssim! <3
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