He pasado mis últimos cuatro días como wwoofer en Lisarow.
Qué puedo extraer de esta experiencia? Muchas ganas de continuar viviendo
Australia wwoofing. Estoy acostumbrada a las despedidas que luego me llevan de
regreso a casa, pero aquí significan que el viaje continúa con nuevas vivencias
que me esperan a cada paso que hago. Aún así estos últimos días no he parado de
tener momentos en los que la emoción me abrazaba casi por sorpresa y pequeñas
lágrimas inundaban mis ojos. Y es que he compartido con ellos muchísimos
momentos intensos concentrados en pocos días. A veces me sorprendo a mí misma
que haya pasado tan sólo veinte días con ellos, en realidad me estoy dando
cuenta que estoy perdiendo la capacidad de distinguir entre largo o corto
periodo de tiempo. Dos semanas durante el curso escolar se hacen largas, pero
aquí, como que hago algo diferente cada día, transcurren en un abrir y cerrar
de ojos.
Aunque el final de esta estancia con la familia en Lisarow
ya se acercaba a su final, he podido vivir muchas cosas nuevas.
El viernes fuimos al shopping centre porque tienen como
tradición hacerse una foto con Santa Claus. Debo decir que encuentro que es un
poco excesivo pagar 20 dólares por una fotografía así cuando puedes hacer lo
mismo en casa, el papa disfrazado de Santa Claus y ale, ya tienes tu foto para
cada año. Pero la verdad es que aquí la gente va con mucha ilusión…
El sábado volvimos a hacer snorkelling y fue mucho mejor que
la última vez. Se podían ver más pececitos (incluso una medusa de color azul
intenso bastante grande).
El domingo me gustó especialmente porque los niños, al haber
empezado vacaciones de Navidad, estaban por casa así que toda la familia se
puso a trabajar conjuntamente para ordenar la casa. Una atmosfera muy agradable
de trabajo. El padre se puso verdaderamente como un militar dando órdenes aquí
y allá. Yo tuve la suerte de poder trabajar con uno de los niños, Tom, con
quien tuve fantásticas y divertidas conversaciones mientras reuníamos todos los
trozos de madera y los ordenábamos. Nos ganamos un agradable baño en la
piscina. Disfrutamos un montón, yo enseñándoles juegos y ellos a mí. Por la
tarde hicimos varios pasteles para el día siguiente (cumpleaños de Harry),
entre ellos un Applecake que estaba buenísimo.
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Trabajar tiene sus recompensas. Un lizard en el jardín! |
El lunes compartí con ellos el décimo aniversario de Harry,
el más pequeño de todos. Me acuerdo cuando yo cumplí diez años, estaba tan
ilusionada; por fin podía usar todos los dedos de mis dos manos para indicar
cuántos años tenía! Hice una banderola que decía “Happy Christmas Harry” y le
di piruletas que me había traído de Olot. Sus padres le regalaron un set de
snorkel y un neopreno. Dos amigos suyos vinieron y estuvieron jugando en la
piscina. Finalmente llegó la hora del pastel. No sé si las fotos habrán sabido
capturar la verdadera felicidad que desprendía su rostro. No hay palabras para
describirlo, tan sólo emociones. Al final del día, antes de ir a dormir, fue a
abrazar a su madre y le dijo “I had a wonderful day, mum, thank you.”
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Pastel! Representa una pelota de Baseball. Como que Michelle tiene poca paciencia, me dejó a mí la tarea de escribir "Harry" y el número "10". |
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3,2,1... A soplar! Y no te olvides del deseo... |
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Cortando el pastel |
Aproveché este día para empezar a repartir mi “Quadern de
Viatge” y que pudieran escribir en él. Yo les dejé una larga carta en su “wwoofer
book”. Mi wwoof book también ha llenado la primera ficha de un host! Bonitos
recuerdos que quedaran para siempre inmortalizados.
Martes, último día. Era 23 y al día siguiente se iban hacia
Brisbane a las siete de la mañana. Como que no querían llevarse todos los
regalos para luego tener que volverlos a traer, los abrieron el 23. Los niños
estaban muy ansiosos por abrirlos pero tuvieron que esperar hasta las cinco de
la tarde a que su padre volviera de algunos meetings que tenía. Cuando por fin
llegó la hora me di cuenta que yo tenía un regalo bajo el árbol. Sonará
estúpido pero me emocioné bastante interiormente (intenté que no saliera porque
creo que hubiera quedado un poco silly…) Me regalaron el sombrero y la camiseta
que había estado llevando durante mis horas de trabajo con ellos y un sobre con
pocket Money. Greg regaló un precioso vestido a Michelle que se lo puso al
instante. Qué raro era verla con un vestido, acostumbrada a verla con su ropa
de granjera australiana! Este también fue el día de ordenar a fondo mi
habitación quitando telarañas, limpiando cristales y pasando la aspiradora. Por
la noche, durante la cena fue muy especial porque me colocaron en su lista de
wwoofers favoritos. Tom incluso me dio la primera posición! Para los otros soy
la segunda porque la primera la ocupan una pareja que pasó con ellos siete
semanas! Y no me extraña… Es increíble la seguridad que la vida te va regalando
a base de estas experiencias que te muestran como las personas te acogen y te
hacen sentir en casa aún y estar a quilómetros de ella. Después de cenar, los
niños, con ojos grandes, me preguntaron si quería hacer un último baño, esta
vez nocturno. No pude rechazar la oferta. Con unos aros que había traído Santa
Claus que se tiran al agua y pasas entre ellos, estuvimos casi una hora
haciendo acrobacias bajo el agua y competiciones de todo tipo, hasta que los
padres indicaron que era sleeping time para los pequeños. Disfruté mucho
durante el tiempo que estuvimos jugando en la piscina, una buena manera de “despedirnos”
y tener un último recuerdo con los chicos.
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Fotografía con los chicos. Un poco borrosa... pero bueno ya se nos reconoce. |
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No podía irme de esta casa sin sacar una foto familiar de ellos. Michelle estrenando ya su vestido de flores. |
Llegó el 24 y como supongo que pasa en todas las familias,
no marcharon a las siete en punto, sino a las siete bastante pasadas. Con un
coche lleno hasta los topes se despidieron de mí, invitándome a pasar otra vez
por su casa al final de mi viaje. Al ver que su coche se alejaba las lágrimas
vinieron a mí, pero esta vez dejé que fluyeran. Adiós, espero que un “ hasta
pronto”, y mi viaje continúa.
Durante la mañana estuve haciendo todas las tareas que me habían
dicho que hiciera hasta que a las dos me vino a buscar Emilia, la vecina. Fue
entrar en su casa y sentirme ya acogida. Me han dado unas instrucciones muy
claras “don’t work, you are our guest here” Pero creo que me estoy portando
bastante mal porque les ayudo en todo lo que puedo. Creo que es lo mínimo que
puedo hacer. Como que tienen raíces italianas reconozco en sus tradiciones algunos
rasgos muy mediterráneos por ejemplo sentarse en familia a la mesa y compartir
las comidas conjuntamente, cosa que en la otra casa no pasaba.
Aquí se celebra la gran comida de Navidad el 25, no el 24.
El 25 a las seis de la mañana empecé a oír pasos agitados de niños con ganas
inmensas de abrir regalos. Hmm.. no sé si es un horario muy normal para
australianos, yo por supuesto nunca me hubiera levantado a las seis por propio
pie sin despertador ni siquiera en un día tan especial como Navidad. También
bajo este árbol tuve regalos: otro sombrero (que me gusta más a decir verdad),
una toalla pequeña de las que se secan tan rápido y un colgante africano. Ayudé
a Emilia a preparar todos los platos y la mesa.
Seguidamente fueron a misa y yo me quedé en casa para prepararme. Como
ya se sabe normalmente una se viste un poco más mona para Navidad, pero yo estoy
aquí como backpacker y la verdad es que no tengo ropa muy elegante dentro de mi
mochila… Así que tuve que improvisar un poco. Creo que el colgante fue el que
puso el toque final.
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Look de Navidad de una backpacker. Se aprecia el colgante? ^^ |
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Mesa parada |
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Nombre para cada uno de los invitados. Me encontráis a mí? ;) |
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Un poco de antipasto para empezar |
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Jamón caramelizado con miel |
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Pequeñas ensaladas para picar |
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Postre tradicional de Nápoles |
No sabéis lo afortunada que me he sentido estas Navidades
pudiéndolas compartir en una atmosfera familiar que me ha trasladado en muchos
momentos hasta Cataluña y Alemania, junto a mi familia. No hubiera sido lo
mismo sin Michelle, Greg, Tom, Harry, Ben, James, Emilia, Andrew… No sólo me
han dado un sitio donde pasar la noche y comida, sino que han compartido
realmente la esencia mágica que se respira en Navidad conmigo. Debo ser
sincera, tenía un poco de miedo sobre cómo serían estas Navidades al ser las
primeras que estoy lejos de los míos, pero en ningún momento he tenido la
sensación de estar sola o abandonada en la otra punta del mundo. Al contrario,
me he sentido abrazada por el cálido aroma de las Navidades australianas.
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